miércoles, 2 de enero de 2019

Evitando la Taruca

La historia no se construye sobre la dialéctica de opuestos para encontrar una  síntesis que reconcilie esas posiciones, tampoco  hay buenos y malos o alguna   verdad "mas verdadera" que el resto;  hay fuerzas en contraste, hay tensión y lucha, y esa guerra se extiende desde el campo simbólico de las representaciones hasta el de lo político y social de la vida misma.
Pensamos como vivimos y no al revés, y por ello cada quien asume como verdadero su lado de la historia.
Yo elijo creer en Evita como  faro de la justicia social, de la igualdad y los derechos  mas allá de cualquier argumento que intente deslegitimar esta posición , y eso me basta, esa es mi trinchera aunque la fuerza antagonista no declare su lado  de güerra y juegue a la neutralidad de los hechos alegando facticidad.
  
No hay hechos, solo interpretaciones, hay fuerzas en tensión. Hemos arribado a "la hisotria" a través de los hechos y relatos que asumimos como significativos a partir de su consistencia con nuestras propias formas de vida.
Entiendo que algunos no puedan pensar de otra manera, y esa es la esencia de la hisotria: la tensión del relato que se impone como hegemónico para monopolizar  cualquier pensamiento y así  deslizar desde esa posición los sentidos políticos de la vida de las personas.
Cuando se decide reemplazar un ícono histórico  del imaginario colectivo de un pueblo por un animal, se está tomando una decisión política, Berger y Luckman lo llamaban "aniquilación simbólica" , como forma de supervivencia de una representación  de universo sobre otra. Así como se  matan personas también se  desaparecen historias o se  ataca a  la memoria colectiva  para imponer relatos coherentes con las prácticas que se intentan imponer.
Que quede claro: Ninguno de los dos polos en conflicto convencerá al otro en esa contienda, nadie de los que discute aquí busca persuadir al otro,  solo nos mostramos los dientes  en el campo simbólico del lenguaje sosteniendo las propias vidas al precio de nuestras creencias.

El mensaje es el medio decía McLuhan,  y nunca más patente  que ante emblemas  históricos que funcionan como "reactivos químico-sociales" dejando ver la sustancia de nuestras matrices representacionales a su pleno contacto. Evita  no es solamente una mujer, es un símbolo y todo en ella es la representación de una idea universal que trasciende su propia vida. Donde algunos vemos valor, ejemplo y coraje otros reflejan sus propias representaciones al modo de prejuicios de clase   contruyendo los muros de sus relatos para justificar sus posiciones y formas de vida.
Yo elijo creer en la muchacha pobre de pueblo que desafío a la oligarquía pacata, ignorante, bruta y bestial para devolverle el destino político y el derecho a los más vulnerables y necesitados.
Ese es mi lado de la historia, junto al pueblo en el que elijo creer.

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