domingo, 14 de enero de 2018

Katmandu

Corría 1998, fin de siglo, y yo sentía la vastedad del mundo como un desafío a mi radicalidad nacional.
Caminaba por algunos senderos entre Aldeas al oeste de Pokhara, en medio de los Himalayas Nepalíes, había contratado a un guía Gurkha para que me acompañara en el recorrido, su presencia estaba dedicada a guiarme y a oficiar de traductor, su paga diaria no superaba el costo de almorzar en un restaurante discreto de Buenos Aires . Phanta fue mi guía