sábado, 10 de marzo de 2012

De Platón, Aristóteles, Kepler, Copérnico y Galileo



Platón planteará una división entre el “mundo sensible” y el “mundo inteligible”, donde el “mundo sensible” terminará siendo devaluado como proyección y sombra del mundo de las “Formas Ideales”. Esta filosofía propone una perspectiva dualista donde el mundo tal cual lo vemos es un mundo imperfecto, y el “mundo real”, aquél que si vale la pena pensar, termina siendo el “mundo ideal” o “mundo de las formas puras” inaccesible a través de la sensibilidad y solo accesible a la razón.
Como consecuencia epistemológica se desalienta la observación, el mundo sensible es considerado una copia imperfecta y falsa del mundo que si vale la pena razonar: el de las formas. El conocimiento del mundo sensible (las cosas que ocupan un lugar en el tiempo y el espacio) será un “conocimiento subalterno” (Doxa) ya que los objetos del mundo sensible conservan un carácter de “isomorfismo”: son copias imperfectas del mundo de las formas ; y se privilegiará el conocimiento de la razón (logos) accesible al mundo inteligible de las formas ideales donde las cosas son eternas, perfectas, nítidas e inmutables.
 El mundo de las formas ideales plantea algunos problemas serios a la astronomía; no olvidemos que Platón desalentaba la observación de los planetas y en consecuencia, al observarlos presentan “ciertas anomalías” que desatienden el mundo de las ideas perfectas. Estas “irregularidades serán consideradas “aparentes”, y habrá que “salvar las apariencias del mundo sensible” para que el esquema de movimientos coordine con las ideas perfectas que nosotros los mortales no podemos percibir a través de la sensibilidad sino como mero instrumento de la razón. Este movimiento de los planetas debería ser: uniforme, ordenado y perfecto además de poder explicar todos estos movimientos planetarios a través de círculos y esferas, mismos círculos que deberían explicar las anomalías, abriendo paso a un atolladero de círculos que luego se transformarían en ecuantes, deferentes y epiciclos por casi dos mil años.


Aristóteles niega la separación entre el mundo concreto de la experiencia sensible y el mundo de las ideas; adhiere a una fuerte posición empírica donde las sensaciones serán el primer paso hacia el razonamiento, es más, Aristóteles dirá que es imprescindible observar las particularidades del mundo del devenir para poder formular leyes (al modo del conocimiento científico) buscando causas que constituyan un conocimiento común. La vía del conocimiento proseguirá de ahora en más, a partir de lo perceptible desarrollando razonamientos lógicos hacia las causas.
Aristóteles entiende el movimiento y el cambio como el paso de lo que está en “potencia” a estar en “acto” por acción de las causas, solucionando el problema Parmenídeo (las causas serán cuatro: formal, material, eficiente o fina)l. Aristóteles planteará una física cualitativa, tomando la idea de los cuatro elementos de Empédocles y un quinto elemento que constituye la sustancia del mundo supralunar. En cuanto a su mecánica concebirá que el estado natural de los elementos es el reposo y los movimientos naturales en la región sublunar son hacia arriba y hacia abajo, donde cualquier movimiento horizontal es un movimiento violento producido por un motor y la caída de los cuerpos se explica por el retorno del cuerpo a su “lugar natural”. El cielo no podrá explicarse de mismo modo que la región de la tierra, y en esta región supralunar de éter donde se mueven los cuerpos celestes los movimientos serán circulares.
El Universo Aristotélico será esférico, finito, eterno, geocéntrico, geostático, donde no existe el vacío: todo está lleno (de éter), y los planetas se incrustan en estas esferas de éter.
Este cosmos es heterogéneo: el supralunar en un orden inmutable y el sublunar sujeto a las transformaciones, la corrupción y el cambio. Este será un universo jerarquizado: un primer motor inmóvil de las esferas (seres inmateriales inmóviles), luego los seres materiales y móviles pero eternos e incorruptibles del mundo supralunar y finalmente los seres finitos y móviles del mundo sublunar.
Aristóteles También indagará en Biología desde la observación y disección, dando paso a la primer concepción de una ciencia biológica propiamente empírica. Indaga sobre botánica, zoología, ética, estética, política, lógica, matemática, retórica, física, dando lugar a un caudal enorme de investigaciones que marcarán el rumbo de la ciencia y el conocimiento por casi dos mil años.

De Nicolás Copérnico puede decirse que es quién inaugura la revolución científica, que comienza con su libro “De las revoluciones de las esferas celestes”. Fue el primer astrónomo en desarrollar una teoría heliocéntrica del sistema solar. Copérnico se enfrentó a la astronomía del sistema Tolemaico con gran decisión, atacando el corazón de su tesis: el presupuesto geocéntrico del sistema solar y por supuesto hiriendo de muerte al sentido de su física Aristotélica. Del sistema tolemaico tampoco le convence la función de los “ecuantes”: ¿por qué un sistema qué está diseñado para que todo gire alrededor de la tierra se desplaza a un punto cualquiera?, aunque Copérnico siempre conservó la idea de las órbitas circulares, uniformes y eternas de los planetas intentó crear un sistema mas racional, y así poder explicar de manera natural cuestiones como por ejemplo el movimiento retrógrado de los planetas sin usar “epiciclos”, y también explicar porque las órbitas de los planetas Mercurio y Venus siempre se observaban en las inmediaciones del sol. Se determinaba también de manera bastante exacta el tiempo de las órbitas de los planetas alrededor del sol y podía calcularse la distancia de los planetas al sol en función de la distancia de la tierra al sol- Finalmente se liberaba a la astronomía del peso de los “ecuantes”.
Copérnico ha arrancado a la tierra del centro del mundo e iniciado una verdadera revolución científica- Algunos de los problemas que Copérnico no podrá resolver serán los de la Gravedad de la tierra y por qué las cosas caían al centro de la tierra si esta ya no era el centro del universo, y el de la paralaje estelar, para lo cual obviamente no disponía de herramientas capaces de tales mediciones.


Kepler
Johannes Kepler, había leído con admiración el libro de Copérnico, fue además discípulo de Tycho Brahe y reunió sus cálculos y observaciones las que luego de su muerte se dedicó a afinar,
una de las órbitas más problemáticas fue la de Marte, que no encajaba por ocho minutos de arco con las esferas de Copérnico, y en esta circunstancia, y enfrentando este problema decide tomar una determinación radical: abandonar el círculo. Rompe en este acto con el mandato de Platón de dos mil años y el axioma mas arraigado de la ciencia hasta ese momento: “la perfección del círculo”.
Es así que Kepler propone la elipse como modelo orbital de los planetas, y bajo la perspectiva elíptica todos los cálculos se acomodaban.
Es entonces donde Kepler razona que si las observaciones no encajan, o se las intenta encajar a la fuerza con la Teoría, o la Teoría es errónea. Kepler apuesta al error en la teoría, y al modo de la ciencia moderna construye una regla de inferencia (modus ponendo ponens) donde será la teoría la que falla. Que los planetas se mueven en órbitas elípticas sería la primer poderosa ley que establecerá Kepler, que los radio vectores de los planetas barren áreas iguales en tiempos iguales, sería la segunda, y que los cuadrados de los períodos son proporcionales a los cubos de los ejes mayores de sus órbitas la tercera.. De ahora en más ya no harán falta epiciclos para órbitas que serán en adelante elípticas. Kepler también enfrenta el problema del movimiento, ya sabía que no había ningún “primer motor inmóvil”, y el trabajo era encontrar explicaciones naturales y razonables para este mecanismo. Kepler supone una manera de magnetismo solar en forma de tientos donde el sol barría los planetas y los impulsaba. Kepler había despejado el territorio para sus sucesores: la cabeza de playa estaba tomada y solo faltaba la genialidad de Newton para abrir paso definitivo al método de la ciencia moderna.


Básicamente Galileo contrapone en su  carta las “verdades de fide” donde la institución eclesiástica sostenía premisas falsas solo apoyada en las Escrituras y el poder de su capacidad de administrar la violencia legítima, y las “verdades de facto” que son observables de hecho, verificables y demostrables. Galileo sugiere que estas escrituras debieran hallarse en un todo de acuerdo con los hechos demostrados, o sea con la ciencia, aunque las palabras puedan sugerir a primera vista una interpretación errónea.
Hace una distinción entre el “sentido metafórico de las escrituras” y el error en su interpretación literal y la diferencia con la observación en los problemas naturales donde debería apelarse a la “… experiencia de los sentidos, y las demostraciones necesarias...”. Galileo marca un profundo carácter empirista necesario en la construcción de cualquier razonamiento fundamentado en la observación y la verificación de los hechos, separando claramente los fundamentos de la ciencia astronómica de las “verdades de fide” como fundamento basado en la interpretación de las escrituras-
Finalmente expresa Galileo el sentido de sus ideas en esta magnífica pregunta, acto poético de retórica y afirmación de la ciencia:
¿...por qué cuando deseamos conocer las diferentes partes del universo, habríamos de investigar las palabras de Dios en vez de sus obras?...

Las fuentes de legitimación del conocimiento natural.
Galileo acude a la astucia para guardar sus propias ideas bajo la forma de su alter-ego Salviati, Simplicio representará la vieja visión dogmática del Aristotleismo y Sagredo la visión neutral e inteligente que busca entender sin aferrarse al dogma. En este pasaje Galileo intenta desbaratar la obtusa visión de los dogmáticos que confían más en los textos de Aristóteles que en sus propios sentidos, y dice que Aristóteles mismo confiaría en la observación mucho mas que en cualquier precepto dogmático. Galileo acusa a quienes “...pretendan que los decretos de su voluntad importen mas que las impresiones de sus sentidos, que la experiencia y que la propia naturaleza...”.
Galileo se posiciona como un hombre de ciencia, quién basa su razón y sus demostraciones en los fenómenos observables del mundo natural, y propone una perspectiva epistemológica de la ciencia posicionada en miras de este proceder. Ataca en la figura de Simplicio la sumisión al poder, la obsecuencia con los textos de los “maestros”, la falta de juicio crítico y en definitiva, me atrevo a decir, el poco valor para sostener posiciones irrefutables por verificación de la propia observación.
La fundamentación matemática de la ciencia moderna.
Galileo concibe en este pasaje la posibilidad de expresar las relaciones entre los objetos del universo como relaciones matemáticas, susceptibles de ser cuantificadas por números y relacionadas como objetos geométricos. Prefigura además la idea de “experimento mental” donde el experimentador pueda controlar algunas variables y ensayar las posibles resultados utilizando el cálculo y la razón. Galileo planteará los preceptos básicos de la ciencia moderna: la búsqueda de un mecanismo, la matematización de los fenómenos, el diseño experimental, y la formación de un organismo social e institucional del conocimiento.

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