martes, 3 de agosto de 2010

Teseo, Ariadna y la vuelta de Odiseo


Cuentan que Ulises, harto de prodigios,
lloró de amor al divisar su Ítaca
verde y humilde. El arte es esa Ítaca
de verde eternidad, no de prodigios.

J.L. Borges
(Arte poética, El hacedor.)



Los personajes geniales tienen una característica: logran reunir en su vida Amor y Deseo.
Cumplir la ley es un arte de dejar vivir, y vivir uno con lo que nació dejando vivir a los demás.

Minotauro en el laberinto: diseño circular de las redes en que nos repetimos, los pasillos y galerías que recorremos corporizados en un personaje que nadie logra entender ni descifrar, nos encontramos solo con las paredes, los espejos, y presentimos el centro implacable: al minotauro.
Teseo entra al laberinto sostenido por un Hilo, con la seguridad del Héroe entregado a su destino, él ya estaba elegido, pero: Ariadna, ella que por amor lo acompaña, ella teje el ovillo para procurar un rastro que traiga a su amado de vuelta, ella acompaña un deseo ciego significado por Teseo, y finalmente recae al vacio que la libera del hombre que le impuso una significación a su propio deseo, y es abandonada .
Teseo la abandona en Naxos deseoso de mas aventuras, Ariadna desconsolada llora: el dolor del abandono, el lamento infinito del dolor del vacío y la angustia de ser. Ariadna.
A veces pienso que somos como aquellos hombres que apenas vislumbran de que se trata este juego, detenidos en la instantaneidad, en la inmediatez de la imagen, solo vemos apenas un paso mas allá, desconociendo por completo la arquitectura de esta pieza que hemos tejido en el tiempo: Nuestras Vidas.
Como Pequeños Teseos, deseosos por mas, apenas vemos el corazón sutil de quienes nos aman, nos hablan, nos acompañan: y buscamos prodigios ( Dioses Huecos).

Recuerdo una tarde viajando en el Egeo, aquél mar intenso de azules que brotan con destellos de siglos, viajaba desde Thira hacia el puerto de Pirros, cercano a Atenas, y mi barco hizo escala en la isla de Naxos, bajé a dar una vuelta, caminé alrededor del puerto y me dejé llevar por el viento del crepúsculo, brotó el sonido del viejo lamento de Ariadna, la angustia del desamparo de haber sido dejados en una tierra extraña, de haber sido abandonados a la vida, de no saber como ni donde, el dolor de las preguntas, el dolor de la carne, el dolor del corazón que intuye, pero, pero ¡Que maravilla volver!, ¡solo sentirlo unos minutos para volver a sumergirme en el paisaje y seguir soñando!, olvidarnos de todo esto y como Teseo entregarnos a la vida plena de encantos y aventura…
Recuerdo una perspectiva poética de Borges sobre el final de la Odisea: cuando regresa Odiseo a su Isla, y desde el navío vislumbra las costas luego de veinte años perdido, …Y tal vez harto de prodigios, Odiseo lloró de amor al ver su Itaka verde y humilde…”, el llanto reconociendo el valor del sentido que está en la Vida, y en los otros que amamos con quienes nos debemos a la vida misma.
Los hombres insensatos olvidan el corazón que los espera, hombres que buscan el rebuzno oficial de la tropa, los prodigios y el susurro .
Hombres que no pueden reconocer la sensibilidad primordial de un acorde, un perfume, una piel, los ojos ,y el calor de una mujer para amar.

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