lunes, 16 de mayo de 2011

“Tecnología y comunicación” El uso de tecnologías de alto nivel y el impacto en la vida cotidiana.


Las Representaciones sociales, una forma de estructurar la realidad.

El construccionismo social retoma la conceptualizacion de representaciones colectivas de Durkheim, con ello se opone a las teorías intrapsiquicas de la representación y destacando el valor de lo social, sustrato de carácter distinto que se encuentra sobre lo individual, lo antecede y lo determina. Así las define en su libro Sociología y filosofía ...podemos decir que las representaciones colectivas son exteriores a las conciencias individuales, ellas no devienen de los individuos tomados aisladamente sino de su conjunto…pero los sentimientos privados no se hacen sociales sino combinándose bajo la acción de fuerzas sui generis (…) a consecuencia de estas combinaciones y de las mutuas modificaciones que de ello resulta, ellas se convierten en otra cosa”.
Parece interesante destacar otra característica de las representaciones colectivas definidas por Durkheim, ellas se le presentan al individuo con cierta obligatoriedad, de alguna manera se le imponen al individuo en la socialización por medio de la tradición, la educación y la interacción social.
Denise Jodelete en: “La representación social: fenómenos, conceptos y teoría” define a la representación social como ese punto en el que confluyen e interactúan lo social y lo individual como representación social “…imágenes que condensan un conjunto de significados, sistemas de referencia que nos permiten interpretar lo que nos sucede e incluso dar sentido a lo inesperado, categorías que nos sirven para clasificar las circunstancias, los fenómenos y los individuos… teorías que nos permiten establecer hechos sobre ello y a menudo… son todo ello junto.” Es decir que son una forma de conocimiento socialmente constituido y compartido, que determina una manera de ver, de valorar, de clasificar y de accionar en el mundo.
Para nuestra cultura occidental, saber que sus categorías y sus verdades universales son solo construcciones culturales implica un costo muy alto, ya que como analizamos en otra parte del trabajo su ideario se construye alrededor de la universalidad de sus ideas. Pero mas allá de la importancia que la Ilustración le asigno al individuo, como aquel agente que por medio de la utilización de sus facultades racionales lograría un conocimiento objetivo, un progreso indefinido, dominar la naturaleza y expandir la civilización a los rincones mas lejanos del universo, hoy sabemos que hay algo que excede la razón, la capacidad racional de elegir. La teoría de la representación social nos muestra como nuestra mirada, nuestras teorías, nuestros sistemas valorativos lejos de ser universales están atravesados por la sociabilidad que no puede entenderse fuera de una historia y de una cultura.
Ya que un eje central de este trabajo es la tecnología abordaremos las connotaciones que este concepto tiene en su lugar de representación social, y luego confrontándolo y transpolandolo a otra cultura, demostraremos como su valor solo funciona en un sistema simbólico y que solo allí tiene sentido.
La tecnología es un concepto cargado de valores para nuestra cultura. Determina nuestra manera de vivir, de entender el progreso, el bienestar, la forma de relacionarnos con el mundo y es la vara que nos permite valorar otras culturas. Occidente se forjó en torno al desarrollo científico y tecnológico y como consideramos que este valor debe ser universal concebimos la noción de progreso solamente en esa dirección, como consecuencia dividimos al mundo en uno desarrollado, racional que cuenta con desarrollo tecnológico de vanguardia, donde el confort y la felicidad es posible y otro, mundo del subdesarrollo, donde todo es irracional, donde la pobreza y el hambre se imponen, un mundo ignorante que solo desarrollándose en el sentido tecnológico lograra salvarse, la consigna sigue siendo civilizar y civilizarse.
Por otro lado atravesados por nuestra representación social de la tecnología nos abocamos a una carrera donde la adquisición de sus productos implica la solución de nuestros problemas.

Un antropólogo argentino llamado Rodolfo Kusch escribe un libro llamado “América profunda” donde relata el impacto que sufren nuestras verdades al ser confrontadas con las de otros mundos posibles, en este caso ese otro mundo es el interior de América. Allí nos cuenta que cuando se llega al Cuzco después de un largo peregrinaje todo parece hacerse tortuoso, difícil, y que no es solo cansancio físico, ya que nos encontramos con un mundo que nos es ajeno y que no podemos comprender, un mundo que acecha nuestras seguridades y que nos hace temer por la consistencia de nuestras cosas buenas que hemos dejado atrás, entre la gente buena de nuestra gran ciudad…

“…De pronto se ve rezar a un indio ante el puesto de una chola, o a un borracho que danza y vocifera su chicha o a un niño que aúlla poseso ante nosotros, entonces comprendemos que todo eso nos es irremediablemente adverso y antagónico y que dentro traemos otra cosa…que difícilmente ensamblara con aquella…”

Sin embargo le encontramos remedio, todavía podemos otorgar sentido a aquello que se nos manifiesta extraño y que nos hace temer por nuestras valiosas verdades y nuestros logros culturales, tecnologicos. Para Kusch este remedio se concreta en el mito de la pulcritud, nosotros diríamos en la representación social de la limpieza, del orden, de la razón. Entonces pensamos que nos diferenciamos de ellos porque estamos limpios, porque somos civilizados, porque ellos están sucios, son ignorantes, irracionales y subdesarrollados. Imagen que condensa significados, que coagula. Representación social que engloba y unifica todo lo que esta mas allá de nuestras cómoda ciudad, con sus tecnologías, su rapidez y su racionalidad y racionalización de la vida.
Representación social que abarca al camión lleno de indios, a los inmigrantes bolivianos, peruanos, paraguayos y a las villas miserias que circundan a Buenos Aires.

Según Kusch “…la categoría básica de nuestros buenos ciudadanos consiste en pensar que lo que no es ciudad, ni prócer, ni pulcritud no es mas que un simple hedor susceptible de ser exterminado. Si el hedor de América es el niño lobo, el indio rezador… Será cosa de internarlos, de limpiar las calles e instalar baños públicos. La solución para los problemas de América apunta siempre a remediar la suciedad e implantar la pulcritud…”

En las categorías que expresan y estructuran las representaciones sociales, siempre en ultima instancia encontramos categorías del lenguaje que siempre están cargadas de valores sociales, en referencia a ello Occidente ha utilizado el concepto de tecnología naturalizandolo. Así, tecnología es herramienta mas, interpuesta entre el hombre y la naturaleza para satisfacer las necesidades humanas, remitiría a una utilización practica de ella, carentes de contenidos que fueran mas allá de lo utilitario. Un instrumento neutral, sinónimo de un progreso en sentido univoco, la tecnología deberá ser adquirida y vanagloriada universalmente. Como contrapartida todo lo que quede marginado de ella deberá ser descartado, transformado, aniquilado.

Pero un análisis mas profundo y una comparación con otras culturas nos muestra que la herramienta siempre remite a un código, a una red de referentes, de significados particulares de cada cultura, fuera de la cual pierde su sentido. Es por eso que nuestras tecnologías y sus significados no pueden trasladarse sin mayoras consecuencias y tranquilamente de una cultura a otra. Ningún instrumento se agota en su sentido utilitario, sino que remite al sentido total del sistema cultural del que forma parte, a la vez que proyecta valores, significados mas allá de su simple uso. El celular, la computadora son más que simples objetos, nos muestran nuestra relación con la realidad, con el conocimiento, con los otros. Determinan juicios sociales y relaciones que se naturalizan y se universalizan, determinando cierta cristalización en la forma de categorizar a los otros.

Kusch da el ejemplo de un campesino de Bolivia, perteneciente a la cultura aymará, que frente a una gran esquía se niega a incorporar una bomba hidráulico. Ya que en su manera de entender la realidad y en su modo de orientarse para la acción, la tecnología no tiene nuestros mismos significados:

“…el abuelo pertenece a un mundo, en el cual la bomba hidráulica carece de significados, ya que él contaba con recursos propios como el rito… alguien escandalizado lo calificó de ignorante, si el conociera la realidad que lo rodea forzosamente tendría que comprar la bomba, dijo…” y continua “…Pero un calificativo peyorativo como este ¿No es acaso un recurso mágico para avasallar al indígena?...Ahí, decir analfabeto es como si dijéramos en el fondo “ Mire abuelo nos han enseñado que las bombas hidráulicas son importantes. Le ruego que las acepte. Piense no mas, ¿que haríamos nosotros si no?
No es solo la herramienta rechazada, es el rechazo de todo un sistema de valores.


Acerca de la cosa
No sabemos que cosa sea una cosa que mencionamos y de la que no podemos dar cuenta más que con su nombre.
Habría algo así como una entidad de primer orden desde donde partirían nuestras inferencias. Habría “otro algo” tal que eso fuera la palabra que la designa.
Podríamos decir al respecto:
La palabra es la cosa.
La cosa es la palabra
La cosa es la interrelación entre la palabra y la “cosa–en-si”.
Finalmente: ¿Qué es la realidad?
La formulación no conoce respuesta precisa, no se trata pues de poder responder a la pregunta, el problema no consiste en hallar la respuesta correcta, sino en intentar
re-pensar el modo en que se pregunta
Nuevamente preguntamos: ¿Qué es una cosa
nHabría un modo de preguntar que posibilita una apertura hacia el entendimiento de aquella cosa, y otro que la clausura y la confina al estrecho margen de la definición cerrada.
Cuando intentamos entender un fenómeno social, lo que intentamos en principio es encontrar palabras que puedan re-presentar una idea.
No partimos en este intento de “la nada”, partimos desde el mundo fenoménico, y para que nuestro intento sea legítimo es necesario sostener un particular modo de “ver y entender” las cosas.
Nuestras posibilidades sintácticas limitan aquello que puede ser nombrado, dicho.
Nuestro conocimiento de la historia clásica, por ejemplo, no puede exceder la capacidad de significación de nuestro lenguaje.
Algunos lingüistas especulan con la idea que postula un momento histórico donde se produjo un salto cualitativo en la fundación de “Occidente” tal cual hoy lo comprendemos.
Algunas sociedades, como la antigua China, poseyeron sistemas de escritura basados en la utilización de símbolos e ideogramas. Cada ideograma representaba una idea en si misma, tal que su lectura era una interpretación muy subjetiva de estos símbolos significantes, por cierto resultaba muy compleja y difícil de interiorizar por sus actores participantes.
En algún momento la escritura fue establecida sobre la base de un sistema de signos fonéticos, Occidente iluminó al mundo antiguo durante su apogeo clásico al dominar esta nueva escritura.
Con pocos signos fonéticos se logró reproducir “el sonido del habla”, el sonido de la palabra que otorgaba significado a las cosas.
>Esto posibilitó la aparición de operaciones de tipo formal, tales como silogismos, la lógica, operaciones de inducción, deducción y abstracciones.
La formación de sistemas de signos menos complejos redujo el nivel de entropía que poseían las escrituras de tipo ideográfica ya que nunca era precisa la interpretación del símbolo significante (en la escritura fonética la palabra escrita equivale a la palabra pronunciada).

Algunos estudios semiológicos plantean que la unidad mínima de significado no es la palabra, sino la “frase verbal”, ella sería la verdadera portadora de significado, en tanto la palabra sería la resultante de una presión artificial sobre el lenguaje, la palabra acota, recorta en función del rigor formal de la sintaxis.

Hay ejemplos de cómo los niños adquieren el lenguaje a través de la incorporación de frases como “un todo pleno de sentido”, tal que la frase: –vamos a comer-,
es un todo de sentido pleno en sí mismo. Un analfabeto funcional, quien tuviera escasos rudimentos de escritura, probablemente llegaría a intentar escribir toda la frase junta sin separar las palabras.
La sintaxis operaría como una fuerza atomizadora del sentido significante, una descomposición artificiosa de la frase verbal (mucho mas rica como unidad de significado).

Habría que pensar en este punto si verdaderamente una reducción en el nivel sintáctico de la escritura de un lenguaje (una menor cantidad de grafemas por palabra dicha), significa necesariamente una reducción en el nivel semántico (el significado en tanto estructura significante).


Hay una representación social que postula que al reducir, por ejemplo, la cantidad de letras para escribir un nombre, o simplificar la escritura de una palabra mediante el empleo únicamente de sus consonantes, se estría mutilando la lengua, y como consecuencia de esto empobreciéndola, cuando la operación realizada se parece mas a una simplificación operativa (como en el tránsito de la escritura ideográfica a la fonética) donde lo que se reduce es la complejidad de su escritura y no su sentido de significación.
Pensar esto significa pensar el fondo mismo de esta cuestión:
¿Asistimos a un empobrecimiento del lenguaje o a una transformación dinámica que podría inaugurar un nivel de abstracción y significación hasta hoy impensado?
>Así como a los antiguos Chinos les fue imposible elaborar silogismos a partir del modo de escritura con que contaban, a nosotros tal vez nos sea impensable concebir una nueva dimensión sobre el lenguaje.

En una conferencia que diera Heidegger, el filósofo alemán auguraría el lenguaje poético como modo de escritura posible y como salto sobre el lenguaje formal, dando por agotada la filosofía y sondeando nuevos caminos en la tarea del pensar.
La poesía sería en este sentido un salto tangencial sobre el lenguaje, como posibilidad liberadora de la palabra y su capacidad semántica, otorgándole un poderoso sentido polisémico, donde una dimensión nueva se le añade a la significación.

En muchas lenguas antiguas, cada palabra significaba diversas cosas y solo era posible entender tal palabra en su contexto total, estas lenguas poseían un alto grado de entropía a favor de su potencialidad semántica.
Las lenguas modernas acotan esta entropía propia de la palabra colocando cada una de ellas al servicio de una “utilidad específica”, de este modo cada palabra queda acotada a un sentido único de significación.
Tal es la consigna de la modernidad y sus prerrogativa funcional sobre el mundo.
El mundo representado se acota en función de su precisión, siendo tal precisión no mas que la reducción de la capacidad significativa del lenguaje.
La verdadera mutilación, postulo, no consiste en reducir el nivel sintáctico, tal como lo hacen los adolescentes al enviar sus mensajes de texto desde sus teléfonos celulares, la verdadera mutilación consiste pues en otorgar significados únicos establecidos y formas únicas posibles de pensar. Tal es el acotamiento semántico y no sintáctico que ejercen los mecanismos de legitimación de las instituciones que controlan y distribuyen el conocimiento.
Tal vez el retorno a esta extraña forma del ideograma combinado con sus variantes formas consonánticas, abreviaturas y nuevas formas de expresión abran paso a un intento legítimo por recuperar la capacidad de la palabra: por sobre todas las cosas significar creando, y la verdadera capacidad humana: crear y crearse a si mismos en el acto de la creación.>

Revolución o Revelación

Toda revolución comienza con una operación sobre el lenguaje, las palabras viven y mueren igual que los hombres, ellas integran “un todo”, un universo. En sentido estricto un universo simbólico estaría determinado por la posibilidad de significación de un lenguaje. Los límites de tal universo son los límites de lenguaje que opera sobre él, y que a la vez es lenguaje que nace desde el universo mismo. En este sentido el hombre es el único ser capaz de “morir su propia muerte” ya que es capaz de morir a una construcción simbólica de la realidad y no un simplemente “dejar de ser”.
>Así como las palabras nacen y mueren, los sentidos de “lo real” divergen de sus “realidades” y vuelven a converger en nuevos objetos de representación., tales objetos son re-presentados por la palabra.
La tradición mítica de oriente nos habla de una lengua anterior al sánscrito cuya voz era solo pronunciada por los Dioses, su nombre védico era “Tántrico”. Su peculiaridad consistía en que a cada palabra pronunciada una acción-forma inmediata se le correspondía en el mundo fenoménico, tal que la palabra “luz”, no solo la nombraba, señalaba el fenómeno, sino que la posibilitaba y la producía en el mismo acto de pronunciarla. Si un Dios decía llueve, llovía, no como una consecuencia, sino como una forma íntegra de la realidad creadora de esta palabra.

Regresemos ahora desde los vedas hindúes hasta el ciberespacio informático.
>Hay una palabra que rescata la comunicación digital y es precisamente: “virtualidad”, su empleo se debe a una sutil peculiaridad. En la antigüedad, bajo la perspectiva teológica cristiana del mundo, aquello virtuoso era aquello que obraba en relación al bien, un alma virtuosa era aquella que obraba en relación al bien. Lo virtuoso solo era posible ser observado a través de actos que fuesen virtuosos, un alma virtuosa solo era advertida por el modo en que un hombre se comportaba, tal que esta conducta fuese virtuosa, o sea realizada en relación al bien.
>De lo anterior se desprende que lo “virtual” es solo aquello de lo cual es posible advertir sus efectos, tales como los buenos actos, pero nunca la bondad.
>En este sentido se dice que las comunicaciones a través de los medios electrónicos de información son virtuales: de ellas solo se puede advertir sus efectos (el mensaje), ya que todo aquello que corresponda a la parte no-verbal (analógica) de la comunicación está negado.
>De este modo se acota una importante perspectiva del lenguaje, aquella que Watzlawik definiera como “comunicación analógica”, forma tradicional del lenguaje cara a cara.
>En otro sentido vuelve a la experiencia de la comunicación más similar a las experiencias de laboratorio, donde es posible controlar menor número de variables con mayor eficiencia.
Si el medio de la comunicación es “el canal electrónico”, esto quiere decir que lo “virtual” de la comunicación reduce el lenguaje a un universo simbólico mucho mas acotado, donde todo lo analógico carece de significación. Daría lo mismo que al otro lado del sistema emisor-receptor hubiera una persona humana o un complejo programa preparado para responder coherentemente a nuestros mensajes, lo virtual de ambos casos sería indiferenciado, el canal volvería indiferenciable al sujeto en cuestión.
En este sentido se produce un acotamiento de nivel relacional e intersubjetivo entre los actores intervinientes en el acto de la comunicación.


>Ciudades-Sociedades Virtuales

Existen sitios en Internet donde el “navegante” puede aventurarse a vivir una vida en paralelo a la cotidiana, sin por ello infringir ninguna “norma social”.
Tales sitios son llamados “ciudades virtuales”.
 Para comenzar deberíamos “bajarnos” nuestro “navegador” para desplazarnos en este nuevo universo. Un software que permite tener una perspectiva tridimensional desde el interior mismo de un sujeto que es creado por el actor interviniente. O sea bajamos un software de “subjetividad”, este programa permite “ver” desde un punto focal interior al sujeto en diferentes perspectivas, o alejarse de él y verlo desde fuera en contexto con su “realidad”.
Tales ciudades virtuales son construidas virtualmente por distintos actores intervinientes, uno puede desplazarse por ellas asumiendo un personaje (avatar) o rol que cada quièn crea.
Se pueden elegir las propias características físicas y construir la propia apariencia, luego uno puede desplazarse por una calle donde otras personas caminan, tal que uno puede apreciar en la pantalla de su ordenador una determinada cantidad de gente, autos, edificios, plazas, galerías, todo tal cual como si alguien instalara una cámara en directo en una persona física y viera a través de un monitor todo su recorrido y su hacer desde la perspectiva de la propia cabeza del sujeto.
En tal ciudad virtual, a cada sujeto que aparece le está conectada una persona desde su computadora dirigiendo las accionas de su personaje, si vemos a un cowboy mongol caminando por las calles de “Alphaworld”, y nosotros mismos bajo la forma de un glamoroso actor americano de los sesenta nos topamos con él, podemos entablar un diálogo, y bajo el avatar del mongol habrá una persona física respondiéndonos.
Cada personaje de estas atestadas ciudades es ocupado por un “alma virtual”, y lo mas real de estos personajes es su “presencia”, su imagen que a la vez es lo mas virtual.
Paradójicamente lo menos real de estos personajes es “su alma”, o sea los seres que los crearon y controlan.
En estas ciudades hay construcciones, edificios, casas, teatros, cada construcción es generada por alguien, de modo que este objeto se vuelve “objetivable” para todos los actores intervinientes en la ciudad.
Cada edificio posee arquitecturas propias, espacios interiores bien definidos y comunes a todos los actores de cada ciudad.
Cada quién puede construirse su propia casa y tener acceso a ella, solo accederá la gente autorizada por el constructor a su casa, o sea su familia virtual o sus amigos.
Luego de un largo día por Alphaworld nada mejor que volver a una casa virtual…
En estas ciudades virtuales se desarrollan foros, espectáculos, conciertos, se va de shopping, se editan diarios, y todos los personajes objetivizan juntos esta “realidad virtual”.
Recalcaremos, pues, que lo menos real en estos mundos virtuales son los operadores de los sistemas, las personas físicas en tanto que lo mas importante es aquello que aparece, lo aparente y en su aparecer re-presenta y posibilita el “ser” de esta realidad.


Un paso más

Estas ciudades virtuales son construidas por arquitectos virtuales.
Hay muchos mundos posibles, cada mundo posee regiones y ciudades, cada ciudad es habitada por ciberintegrantes de esta experiencia, todas las zonas de estas ciudades son “objetivizadas virtualmente” por todos sus actores.
>Cada ciudad es diseñada por un conjunto de “arquitectos virtuales”, tal que cada ciudad posee sus propias reglas, en algunas ciudades no existe la muerte, en otras no opera la ley de la gravedad, y cada lugar es ordenado por distintas leyes “físicas” y “sociales”.
<>Los arquitectos funcionan como en el caso de “El ojo de Dios”, quienes todo lo ven y ordenan.
>Habiendo mantenido una conversación informal cara a cara con uno de estos arquitectos virtuales, recuerdo anecdóticamente que él me comentara que ellos son como “Dioses en sus mundos”.
Precisamente, ellos al nombrar crean en sus mundos virtuales, tal que pueden construir “realidades” objetivizables por todos los participantes, y definir sus leyes al igual que aquellos dioses védicos.
El lenguaje informático-digital sería análogo al “tántrico”pronunciado por aquellos seres mitológicos que al nombrar creaban igual que los arquitectos virtuales.

<>Conclusiones

1- Las antiguas lenguas tendían a la entropía semántica, sus significantes eran altamente polisémicos y tal posibilidad les otorgaba un alto rango de significación.
Las frases eran entendidas en su contexto tal que descontextualizadas se volvía muy dudosa su interpretación.

2- Las lenguas de escritura ideográfica tienden a una simplificación al organizarse en modos de escritura fonética que con aproximadamente veintiocho signos fonéticos se construye una organización fonética tal que reproduzca “el sonido de la palabra”, o sea la palabra misma. En este sentido la palabra escrita llega a ser la palabra dicha, y luego la palabra re-presentada.
Este conjunto de fonemas despierta una potencialidad semántica semejante a la del ideograma pero con un grado de complejidad mucho menor.
Las lenguas de representación ideográfica precisaban miles de signos para poder construir un universo lingüístico coherente, su entropía semántica era quizá aún mayor que la de las lenguas antiguas de representación fonética, pero esta potencialidad por otro lado volvía a los ideogramas demasiado “imprecisos” y difíciles de interiorizar.
3- La escritura de tipo fonética abre paso a la posibilidad de construcción absolutamente simbólica del lenguaje, esto es, de tipo totalmente “digital”, contra la analogía del ideograma.
También posibilita la aparición de las operaciones abstractas tales como silogismos, inferencias lógicas, y construcciones dialécticas.

4- La reducción del nivel operatorio sintáctico del lenguaje verbal (tal como la simplificación de los símbolos significantes, la reducción de fonemas y la incorporación mixta de formas ideográficas y fonéticas representativas ) no implica necesariamente una reducción de su nivel semántico (esto es de su potencial carga significativa).

5- El acotamiento del nivel semántico (entiéndase carga semántica de las unidades significantes) de las lenguas modernas a favor de la precisión acerca del “objeto” (premisa ineludible de la modernidad y el iluminismo), tal que cada palabra diga cosas precisas, en lo posible significados unívocos en donde una palabra diga una, y solo una cosa, implica un empobrecimiento del nivel semántico de modo que al conservar un mínimo de palabras “necesarias” reducidas a un mínimo de significancia cae el nivel de entropía en perjuicio de la capacidad de significación y representación de una lengua.

6- El verdadero empobrecimiento del lenguaje, postulamos, está dado por la operación anteriormente descripta (proceso de reducción del nivel semántico de una lengua) y no por una reducción del nivel sintáctico).

7- Concluimos que cualquier operación de empobrecimiento del nivel semántico de una lengua reduce la capacidad creadora del lenguaje en la resolución de problemas, propone el padecimiento de perspectivas únicas respecto a criterios subjetivos y objetivos, y tiende a una homogeneización peligrosa de las lenguas y las relaciones intersubjetivas.

8- Postulamos la necesidad de un “estallido semántico” en el pensamiento y el lenguaje para producir quiebres paradigmáticos esenciales.
La objetivación del lenguaje en formas únicas del pensar y la reducción semántica del lenguaje es un resabio del pensamiento “Moderno” anticipado por el iluminismo y luego el neoiluminsmo.
La búsqueda de un “objeto verdadero”, requiere rigor, acotamiento de lo subjetivo y reducción de la entropía a patrones únicos de expresión.

10- Aunque la posmodernidad haya “quebrado” con la noción de objeto verdadero (principio de incertidumbre), a cambio de una estructura conceptual mucho mas flexible al modo cognitivo de una “construcción dialéctica”, o redes de significado, se haya postulado la relatividad de todos los principios, se haya arrojado hacia el caos la construcción de objeto verdadero de la ciencia empírica, y se haya producido una mayor apertura paradigmática a favor de campos mas amplios para el pensar, todavía padecemos de los resabios del lenguaje de la modernidad:
-Significados altamente unívocos
-Formas únicas en que parece manifestarse lo “real” y lo verdadero.
-Patrones sistemáticos de pensamiento lineal.

11- Postulamos la necesidad de alcanzar nuevos niveles semánticos en el lenguaje verbal para superar el “pos-período” de la posmodernidad y hacer así posible la apertura a un movimiento cognitivo fundacional verdaderamente renovado y auténtico y ya no solo un pos-movimiento reactivo a los infortunios del proyecto fallido de la modernidad.
Es necesario en este sentido la construcción de un “lenguaje nuevo”, y esto no refiere a un nuevo idioma sino a una construcción semántica con niveles de mayor entropía, con complejidades distintas y posibilitante de modos auténticamente nuevos del pensar.
Heidegger se refiere en este punto, ante el fin de la filosofía como camino del pesar, (como acabamiento de las posibilidades de lo ya pensado por todos los pensadores) a un modo del “pensar poético” como posibilidad de una significación potencialmente distinta del lenguaje.

12-Como una paradoja de la modernidad los “ciberespacios virtuales” se han instalado en plena posmodernidad resistiendo cualquier verificación objetiva y asumiendo un grado cada vez mayor en la conquista por “lo real”.
Una posibilidad impensada hasta hoy se plantea en forma escalofriante: aquella que intenta reemplazar la palabra por la imagen, un ámbito donde ya no sea posible pensar y donde finalmente hayamos sido por completo “pensados”.

13-Finalmente concluimos que la reducción del nivel sintáctico en el uso de la tecnología de alto nivel para mantener comunicaciones, no implica necesariamente una reducción del nivel semántico, por el contrario esta reducción semántica es operada con anterioridad y es condición de aparición de la ciencia como agente posibilitante de tecnología.

14-Esta tendencia a la simplificación del lenguaje en posibilidades únicas del pensar, ha llevado a un agotamiento de la palabra posmoderna a falta de una lenguaje auténticamente original con que pensar.
A modo de estigma, la posmodernidad carga con el pesado resabio a destiempo de la palabra de la modernidad como acabamiento de lo pensado a través de sus modelos funcionales.
En la posmodernidad el resultado de la saturación de significantes siempre refieren a un único modelo posible: el de la modernidad (como respuesta a este modelo).

Algunas consideraciones acerca de una Representación Social

Habría una representación social que postula la reducción cognitiva de las nuevas generaciones y que básicamente dice así: “Tiempos de antes fueron mejores”.
Como si hubiera una caída cultural donde cada individuo se estuviera precipitando hacia una especie de “abismo social” donde además generación tras generación cada sujeto padece un cercenamiento cognitivo respecto a su par antecesor.
Así podemos pensar de este modo en un núcleo figurativo que plantea la caída hacia la barbarie, o la horda primitiva al final del recorrido y en el mejor de los casos.
De tal modo se ha llegado a desconfiar de las capacidades de discernimiento de los adolescentes en cuanto se refiere a su comunicación, popularmente se desestima la sintaxis que ellos emplean al comunicarse creyendo que ellos empobrecen, deforman y cercenan “la lengua” al utilizar sus modos abreviados de expresión.
Dudosamente esta representación pueda elevarse desde la categoría teórica de representación social, sus premisas caen y funcionan como modo de legitimación popular desintegrado de un verdadero estudio ontológico.
Esta forma de representación permite asimilar por parte de las personas que quedan excluidas de los modelos comunicacionales en desarrollo, una forma de legitimación de sus propios procedimientos comunicacionales como mas efectivos, de mayor envergadura o mas comprometidos ya sea con la realidad o con las personas y los sentimientos.
También este tipo de representación social permite a sus participantes
Justificar su disfuncionalidad respecto a la asimilación de nuevas estructuras de conocimiento.

Conocimiento-Poder

Respecto al par al que se refiriera Foucault conocimiento-poder, el discurso dominante siempre intentará sostener su lugar privilegiado del conocimiento respecto a manifestaciones resistentes.
De este modo desacredita el lugar del otro mediante una discriminación selectiva del conocimiento.
Al respecto podríamos pensar que los nuevos discursos intentan surgir para quebrar aquel otro dominante.
En el particular caso de los nuevos sistemas de comunicación habría que pensar un hecho histórico como posibilidad de reflexión.
Al final de la Edad Media se produce uno de los hechos mas revolucionarios y reveladores de este período, la aparición de la Imprenta, con ella la difusión rápida del conocimiento, hecho definitorio para el origen de la reforma protestante y para concluir este período histórico.
Instituciones como el Vaticano pierden poder y credibilidad con un instrumento que al principio parecía beneficiar solo al poder instalado.
Pensemos entonces en la Internet y las posibilidades que no solo le sirven al discurso dominante, sino además como vía legítima de comunicación de las minorías resistentes.

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