Hoy pareciera que nuestras vidas de "hipertexto" son secuencias cambiantes de contactos leves, de fragmentos de muchas vidas que interpretamos en la superficie de todos los rostros sosteniendo la impostura del personaje con que nos ofrecemos como mercancía: listos para ser consumidos, para abordarnos sin compromiso, para solo tender relaciones a la medida de interfaces web.
Con un click podemos ser o dejar de ser amigos en el instante, nunca antes fue tan simple el concepto de amistad, esta visión reduccionista de las relaciones humanas, y el desplazamiento de significantes como: compromiso, ética y reciprocidad hacia zonas de confort donde podemos elegir en la góndola de opciones reversibles a todos estos personajes del rebaño, en el supermercado de ofertas en que nos hemos convertido como comunidad.
El poeta es un labriego, ha de ser muy laborioso, y apenas esperanzado en cosechas pródigas, solo producirá lo justo (no ha de faltar ni acumulará por si acaso), él debe establecer un equilibrio entre las potencias creadoras de la tierra y el influjo vivificante del sol, él cuida de estas fuerzas primigenias, y él, todo él no es más que la sombra de un oficio que encarna en la palabra que lo nombra: Poeta.
lunes, 7 de noviembre de 2016
Vidas de Hipertexto
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