El conocimiento se expande en tiempo y espacio como las ondas en el agua, y después de atravesar todo el estanque solo en algunos lugares hace eco y sigue resonando, que el salto sobre la pretensión del objeto finalmente in-alcanzado de la ciencia culmina con la construcción del fetiche del sujeto: personas como cosas, de gustos y géneros intercambiables, como objetos que no reclaman ni resisten las preferencias de la colmena, y el laboratorio de tecnoclérigos miopes adorando sus oráculos digitales para salir a quemar el plástico que les arde en el bolsillo por las vanidades en la góndola del próximo supermercado. Finalmente, nos hemos vencido y somos nosotros mismos quienes intentamos volvernos ese objeto inalcanzable del deseo y el saber: caminamos en este laberinto ciego, sosteniendo un espejo .
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