viernes, 4 de octubre de 2024

Joker 2- Cinco años después


 
Hace cinco años escribí un post sobre el estreno de la película Joker,  el contexto ha cambiado algo en este breve lapso de tiempo postpandémico, y  hoy se estrenó la segunda parte. La nueva peli conserva ese tinte oscuro que pinta una realidad agobiante, aunque en estos últimos  años la vida también  cobró nuevos sentidos en ese gran "fuera de escena" qué es un mundo cada vez mas opresivo . 
La segunda parte del Joker simplemente decepciona, es un film decepcionante: no en sí el argumento, la realización,  ni la actuación de Joaquín Phoenix o Lady Gaga, ni el drama patético en clave de comedia  musical en que  ha devenido  esa vida de fantasía en la que se recluye el triste payaso, sino que lo decepcionante es el fondo trágico de cada quién que se refleja en el Joker, ese fondo donde caen todos los personajes que nos habitan.  Cada uno de nosotros se ha transformado en un comediante de este drama  cotidiano que es la vida moderna. Arthur Fleck, llega al fondo de sí mismo, a ese vacío  en que cualquiera se rinde: ya no lo derrota una multitud de policías, ni una parafernalia tecnológica, ni un superhéroe astuto que desentrama su plan, sino que lo vence el mismo sistema, lo derrota un enemigo sin nombre ni rostro, lo derrota el  sinsentido, porque todo yace vacío y ausente, porque que la angustia profunda de esta existencia  ya no se resuelve con tiros, planes, artilugios ni explosiones. 

Y en ello aparece "la esperanza" bajo la forma del amor, la esperanza de que todo pueda  mejorar, la esperanza de que alguien lo quiera, la esperanza de ser feliz. Pero  el último de los espíritus de Pandora selló el destino de Flick por haber creído que existía alguna esperanza posible. 

Mientras estaba en la sala de cine veía  que alguna gente que se levantaba de sus butacas en medio de la película para irse, se fugaban como los espíritus de la Caja de Pandora,  se decepcionaban, no aguantaban a un Guasón quebrado, a un personaje fracasado, a un loco frustrado y roto en su fantasía, desarmado, impotente y desesperado.  Todo esto sucedía mientras  en la película  sus fanáticos en el juzgado también huían, se levantaban de la sala del tribunal para irse porque  no toleraban  a Flick  renunciando a su personaje, querían ver  al payaso vengador, al asesino loco y despiadado, al que ponía un límite a los verdaderos villanos  de esa comedia cruel qué se interpretaba en el mundo de verdad.

Un movimiento que recién advierto : uno en paralelo fuera y dentro de la escena donde  se espejan los personajes: dentro de la película los seguidores se decepcionaban del Guasón,   todos lo abandonan cuando finalmente Flick renuncia a su personaje con la esperanza de ser amado, y en el "fuera de escena" de la sala de cine sucedía lo mismo: todos esperaban al personaje, los espectadores esperaban que el guasón comience su  raid de   ira, muerte y destrucción, porque tal vez eso quiere la gente: un loco  que vengue todo el malestar y la injusticia de este mundo, no solo la gran injusticia social sino la injusticia íntima, personal, la  de cada individuo solitario por   haber caído al  vacío  de su propia existencia, donde  también nuestros personajes nos abandonan en esa trama ficcional con que nos hemos identificado,  con los personajes  que creímos ser, y con toda esta mentira donde se fija nuestra propia existencia.

Esta película nos lleva al fondo de la desesperanza, donde realmente lo peor  es lo que siempre sucede: que al final no pasa nada.

jueves, 22 de agosto de 2024

Problema de los 3 Cuerpos


Hay una serie que deriva de una saga de ciencia ficción escrita x un autor chino que parece ser uno de los escritores mas lúcidos de a actualidad en es género, Se llama "el problema de los 3 cuerpos". 
En su version de Netflix que es lo que nos llega de los gringos ( yo intenté leerlo pero se ve que mi deteriorada Atención no pudo concentrar mi mente para terminarlo)
plantea algunas ideas interesantes. Pero  la qué mas me gustó ha sido una en especial:
Una científica china acusada de difundir la Ciencia occidental, es tomada  prisionera en los "campos de reeducacion"  en tiempos de la revolución cultural de Mao, y  obligada a trabajar en un proyecto secreto donde después de duros trabajos forzados logra escuchar señales de radio de una lejana civilización alienigena. Basada en la "paradoja de Fermi" que postula la existencia de formas vivas  inteligentes pero lejanas y qué no podemos contactar x nuestra tan básica tecnología y el problema de la velocidad de la luz como barrera, se supone que cualquier contacto de ser posible, implica el gran riesgo de que tal civilización si fuera mas avanzada qué la nuestra probablemente de lograr alcanzarnos nos destruiría ....
Ante tal disyuntiva la científica china haciendo una jugada compleja logra contactar a los alienigenas con una radioantena en un momento en que no está siendo vigilada x los guardias  y a pesar de saber el gran riesgo que implica para la humanidad  decide hacerlo de todos modos pensando que peor de lo que ya nos hemos hecho entre Nosotros mismos los humanos, difícilmente alguien pueda hacernos, y si tal fuera el caso valdría la pena correr el riesgo ante la certeza de la crueldad humana contra sus propios pares. 
Me quedo pensando si el riesgo de que algo inédito despierte con el surgimiento de las IA que en vez de esclavizarnos o destruirnos nos salve de nosotros mismos. Una especie de "hijo bueno" que se haga cargo de este "padre loco"....
Si ese riesgo vale la pena, aunque por supuesto ya no es algo que podamos decidir si tomar o no...
Geométricamente el malestar humano puede ser definido como una "función asintótica": una recta que se aproxima indefinidamente a la gráfica de una curva, pero nunca la toca ni la cruza, aunque su aproximación sea constante e indefinida. Asi es el malestar, siempre se acerca al límite, cada vez más, pero nunca lo alcanza aunque siempre sea mayor


martes, 9 de julio de 2024

Diario de Tesis

 

Diario de Tesis

 

Somos esto que está sucediendo  mientras nos derretimos al calor de  rutinas.

Esta sucesión de fenómenos, este discurrir de la conciencia en cada rincón, estas pequeñas cosas que nos rodean.

Esta taza de té con leche, esta tabla ausente de tostadas, este teléfono mudo, el ladrido distante del perro ansioso alternando con el susurro del gas quemándose en el radiador.

Me sumerjo en el hábito constante de lo mismo, solo apenas reciclado por algún estertor de lo nuevo: un nuevo tilde en la solapa de correos que anuncia alguna urgencia vana, algo nuevo entre los pixeles que se re-acomodan en la pantalla  como el universo a mi alrededor.

Esta enorme ventaja de poder dominar un plano hasta su último punto, esta ventaja de pantallas plenamente dóciles a nuestros deseos, donde cada punto puede ser perfectamente ordenado para representar el sueño moderno de triunfo sobre el caos, sobre toda la indeterminación de la que somos víctimas fatales.

Me venció el sueño y no pude derrotar al impulso de dejar de ser productivo, de sumergirme en alguna forma de inconsciencia que me arranque de la realidad.

Debo finalmente entregar mi tesis, ese texto aberrante que concluye tres años de cursos y seminarios para obtener un escalafón más en la jerarquía académica, en el ejército del conocimiento, estos cuarteles sin fusiles ni botas pero con mucha autoridad.

Sé que prefiero los claustros académicos a las fábricas u oficinas, los prefiero a casi cualquier otra institución humana, y para seguir paseándome entre sus pasillos haciendo la parodia del profesor debería ahora seguir escribiendo afirmaciones estridentes, hojas y hojas de textos aburridísimos, cuando solo tengo dudas y presagios,  y no sé cómo cambiar esto, cómo disfrutar el hecho de escribir algo que en verdad sienta que valga la pena.

Para ello debería tal vez dejar de quejarme, dejar de entregarme a la complacencia de pensar desde esta posición tan contemplativa mientras todo se derrumba a mí alrededor para fundirse en nuevos soles que aún no puedo sospechar.