martes, 9 de julio de 2024

Diario de Tesis

 

Diario de Tesis

 

Somos esto que está sucediendo  mientras nos derretimos al calor de  rutinas.

Esta sucesión de fenómenos, este discurrir de la conciencia en cada rincón, estas pequeñas cosas que nos rodean.

Esta taza de té con leche, esta tabla ausente de tostadas, este teléfono mudo, el ladrido distante del perro ansioso alternando con el susurro del gas quemándose en el radiador.

Me sumerjo en el hábito constante de lo mismo, solo apenas reciclado por algún estertor de lo nuevo: un nuevo tilde en la solapa de correos que anuncia alguna urgencia vana, algo nuevo entre los pixeles que se re-acomodan en la pantalla  como el universo a mi alrededor.

Esta enorme ventaja de poder dominar un plano hasta su último punto, esta ventaja de pantallas plenamente dóciles a nuestros deseos, donde cada punto puede ser perfectamente ordenado para representar el sueño moderno de triunfo sobre el caos, sobre toda la indeterminación de la que somos víctimas fatales.

Me venció el sueño y no pude derrotar al impulso de dejar de ser productivo, de sumergirme en alguna forma de inconsciencia que me arranque de la realidad.

Debo finalmente entregar mi tesis, ese texto aberrante que concluye tres años de cursos y seminarios para obtener un escalafón más en la jerarquía académica, en el ejército del conocimiento, estos cuarteles sin fusiles ni botas pero con mucha autoridad.

Sé que prefiero los claustros académicos a las fábricas u oficinas, los prefiero a casi cualquier otra institución humana, y para seguir paseándome entre sus pasillos haciendo la parodia del profesor debería ahora seguir escribiendo afirmaciones estridentes, hojas y hojas de textos aburridísimos, cuando solo tengo dudas y presagios,  y no sé cómo cambiar esto, cómo disfrutar el hecho de escribir algo que en verdad sienta que valga la pena.

Para ello debería tal vez dejar de quejarme, dejar de entregarme a la complacencia de pensar desde esta posición tan contemplativa mientras todo se derrumba a mí alrededor para fundirse en nuevos soles que aún no puedo sospechar.

 

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