Sabía de antemano que no resultaría indemne, ya había leído las críticas de Michael Moore y mis contactos más respetados sobre el Film. Así fue nomás, como un presagio, y a pesar de saberlo aquí estoy yo también diciendo: ¡vayan a verla, vayan al cine, desconectados de toda distracción por un par de horas. Hay un giro inesperado en el relato clásico del héroe norteamericano, aquí el personaje emerge a su plenitud desde todo el dolor de su invisibilidad, como todos los que sufren en silencio la ignominia de la historia. Esa desesperación tras la máscara, esa risa-llanto perturbadora, ese mundo de seres perversos que juegan a decirnos una cosa mientras hacen la otra, ese banquete obsceno donde los ricos acusan a los pobres de su pobreza, sus programas alienantes y el descaro de toda esa violencia que venden como alegría. Joaquin Phoenix encarna con enorme belleza al personaje en una especie de redención oscura desde el fondo de toda esa miseria. La fotografía, desde su austeridad cromática de intensidad furiosa, sus ocres, rojos y amarillos: todo se conjuga en una perfecta obra de arte que cala profundo en los sentidos en que se debate una gran parte de nuestro mundo hoy. Vayan a verla. No se la pierdan.
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