Sabía de antemano que no resultaría indemne, ya había leído las críticas de Michael Moore y mis contactos más respetados sobre el Film. Así fue nomás, como un presagio, y a pesar de saberlo aquí estoy yo también diciendo: ¡vayan a verla, vayan al cine, desconectados de toda distracción por un par de horas. Hay un giro inesperado en el relato clásico del héroe norteamericano, aquí el personaje emerge a su plenitud desde todo el dolor de su invisibilidad, como todos los que sufren en silencio la ignominia de la historia. Esa desesperación tras la máscara, esa risa-llanto perturbadora, ese mundo de seres perversos que juegan a decirnos una cosa mientras hacen la otra, ese banquete obsceno donde los ricos acusan a los pobres de su pobreza, sus programas alienantes y el descaro de toda esa violencia que venden como alegría. Joaquin Phoenix encarna con enorme belleza al personaje en una especie de redención oscura desde el fondo de toda esa miseria. La fotografía, desde su austeridad cromática de intensidad furiosa, sus ocres, rojos y amarillos: todo se conjuga en una perfecta obra de arte que cala profundo en los sentidos en que se debate una gran parte de nuestro mundo hoy. Vayan a verla. No se la pierdan.
El poeta es un labriego, ha de ser muy laborioso, y apenas esperanzado en cosechas pródigas, solo producirá lo justo (no ha de faltar ni acumulará por si acaso), él debe establecer un equilibrio entre las potencias creadoras de la tierra y el influjo vivificante del sol, él cuida de estas fuerzas primigenias, y él, todo él no es más que la sombra de un oficio que encarna en la palabra que lo nombra: Poeta.
miércoles, 9 de octubre de 2019
martes, 8 de octubre de 2019
No Fear
En 1998 decidí recorrer ese vasto subcontinente asiático, viajé durante cuatro meses por la India y Nepal: en tren, bus, moto, a pié o haciendo dedo con mi mochila. Recorrí los contrastes de Delhi, vi al poderoso Ganges bañando las costas de Vharanasi, caminé por los desiertos del Rajastan; me sumergí en el mar árabe acariciando las tibias playas de Goa, vi la moderna Banghalore, la monumental Mumbay, las cumbres gélidas del Anapurna y la mítica belleza de Kathmandu. Y de todo ello he aprendido que no vale la pena vivir con miedo, que la vida vivida con miedo es una vida sin sentido. Amor Fati.
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