Ya sabíamos que no era gratuito subir todos nuestros datos a las plataformas de corporaciones superpoderosas, jugar a que podíamos comunicarnos en forma abierta y colaborativa, compartir y decidir entre todos fue una especie de experimento social hasta poder entender como manipularnos, pero ya no en masa, sino mas vale manipular a cada quién, controlar cada átomo social que con tanto esfuerzo ya habían logrado fragmentar del conjunto desvinculándolo de su red originaria de reconocimiento y reciprocidad. Manipular a cada quién, individuar cada ilusión de sujeto hasta el punto que solo se distinga en el hecho de haber sido matrizado como uno de las tantos perfiles sociales surgidos de este set de opciones dóciles y reactivas a estímulos controlables que producirán conductas del todo predecibles. Este espejo digital nos devuelve la imagen grata del candidato perfecto, que es uno y miles, tantos como sea posible fragmentarnos en pequeñas porciones de prejuicios y creencias. Desvalidos de herramientas políticas que nos devuelvan el control sobre nuestro deseo colectivo, ignorantes y reactivos, sedientos de consumo y ávidos de superficies, será tal vez nuestro destino deslizarnos vertiginosos a falta de cualquier profundidad.
El poeta es un labriego, ha de ser muy laborioso, y apenas esperanzado en cosechas pródigas, solo producirá lo justo (no ha de faltar ni acumulará por si acaso), él debe establecer un equilibrio entre las potencias creadoras de la tierra y el influjo vivificante del sol, él cuida de estas fuerzas primigenias, y él, todo él no es más que la sombra de un oficio que encarna en la palabra que lo nombra: Poeta.
martes, 20 de marzo de 2018
martes, 13 de marzo de 2018
Inútil
Inútil luz de toda utilidad.
cada gesto estalla en el vacío
Tanta pantalla anestésica de cada Sisifo digital, tanto ticki ticki, vértigo alienante de toda vida entre cifras y máquinas.
Querido Baudelaire estas no son flores,
son el mal.
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