La reducción del saludo al protocolo del gesto. Agregar un tilde a cada foto incierta. Perder la idea de mirar a los ojos, no escuchar la voz amiga, no escribir el nombre amado. Solo la mueca desapasionada y sin cuerpo. Acariciamos la superficie de pantallas vacías encantados por nuestro propio reflejo.
El poeta es un labriego, ha de ser muy laborioso, y apenas esperanzado en cosechas pródigas, solo producirá lo justo (no ha de faltar ni acumulará por si acaso), él debe establecer un equilibrio entre las potencias creadoras de la tierra y el influjo vivificante del sol, él cuida de estas fuerzas primigenias, y él, todo él no es más que la sombra de un oficio que encarna en la palabra que lo nombra: Poeta.
sábado, 31 de diciembre de 2016
Feliz 2017
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