A pocos días de haber participado como protagonista de la ceremonia de colación y entrega de diplomas que me acredita como Licenciado en Psicología, con la piel sensible de la unción oficial del acto y la ceremonia, arriesgo un breve ensayo y algunas consideraciones .
El rito de pasaje es un acto colectivo, simbólico y ceremonial (bien descripto por la antropología) que marca el cambio de estado de un miembro dentro de un grupo, sociedad o tribu.
Trata fundamentalmente sobre el reconocimiento y la pertenencia dentro de un colectivo social.
Los ritos de pasaje producen un cambio de estado: del mundo de los niños al mundo de los adultos, o preludian momentos donde ciertas atribuciones y funciones invisten a uno de los miembros del clan: establecen la división del trabajo y las jerarquías a partir del momento en que el rito tiene lugar.
Desde una perspectiva mas antropológica es el acto simbólico mediante el cual el estudiante cambia de estado para pertenecer a otra comunidad de pares y ser reconocido por sus actores, este rito tiene lugar en dos momentos bien claros.
El primer momento, tiene lugar al rendir el último examen de la carrera, tiene carácter informal, es un rito celebrado por los compañeros cercanos, estudiantes que despiden la condición de par, momento en que el antiguo rol es abandonado, y en el que se produce un cambio de estado al salir del aula en donde un "Docente-Sacerdote" de la comunidad a la que pertenecerá el alumno a partir de ese momento unge al iniciado y reconoce su pertenencia, lo nombra y acepta otorgándole la membrecía, el alumno deja de ser alumno para pasar a ser miembro de una comunidad de colegas oficialmente instituidos.
En el rito informal la costumbre es celebrar una ceremonia en donde se bautiza al iniciado ungiéndolo con huevos, harina, salsas y demás comidas.
Nótese que la unción es practicada como "la ceremonia de pasaje", derramando sobre el iniciado alimentos de todo tipo. Otras ceremonias se parecen: el cambio de estado en el rito de matrimonio, cuando se le arroja arroz a los novios, se les arroja alimento: no en vano semillas, granos que probablemente auguren fertilidad y abundancia a la pareja.
Entre los Coyas es costumbre augurar fortuna a la pareja de recién casados ofreciendo una comida a la Pacha-mama ( madre tierra), enterrando así víveres en la futura casa de la pareja, como acto ritual y ceremonia en que se augura providencia y fertilidad.
El rito es un acto simbólico que nos sumerge en la memoria colectiva mas arcaica, como expresión poderosa de un imaginario social. Tal vez sean los ritos, el sueño y el mito todos hechos de la misma sustancia.
El segundo momento de este Rito de Pasaje tiene lugar luego de una ceremonia oficial, de un acto institucional que se establece como marca legitimadora del Estado: instancia hegemónica de reconocimiento de las funciones, división del trabajo y distribución de los roles.
Esta es la prerrogativa del Estado: la capacidad de nombrar oficialmente aquello que las cosas son. Aquél que antes era un ciudadano común hoy es miembro de una comunidad mas restringida que se arroga un derecho y priva al resto de esta práctica arrebatando sus significaciones bajo la lógica del capitalismo y la privación del uso público, o como vestigio del poder soberano nombrando títulos: los que fueran antaño nombramientos de la realeza ( los reales, los verdaderos) quienes podían nombrar cuales súbditos eran los verdaderos nobles, y aquellos quienes establecían las categoría de lo verdadero y hoy nombran Títulos: Doctores, licenciados, ingenieros, ministros, oficiales, generales, sargentos, directores, alumnos, ciudadanos, convictos, argentinos, solteros, mayores, menores, delincuentes, pobres, indigentes, buenos y malos.
Volviendo a la ceremonia y rito de pasaje oficial de entrega de diplomas, me llaman la atención algunos elementos:
La bandera, el himno, el diploma, y la solemnidad del acto.
El estudiante de mas alto promedio es quién porta la bandera: no deja de asombrarme que el pabellón nacional se halla sostenido en una pica, en un arma, en un instrumento de guerra y muerte.
Justamente la lógica del estado se sostiene bajo el imperio de la violencia legítima y la hegemonía del miedo oficial, la pica, el arma del gendarme, el fusil del soldado, la pistola del policía, las rejas de la prisión y todos los sistemas de coerción que el Estado Nación impone sobre los ciudadanos.
El Himno: esta marcha de guerra clásica, este repiquetear de glorias bélicas, este alarde de solemnidad heroica que nos hincha el pecho de orgullo nacional.
El Diploma: el Título que el Estado ofrece como escritura de pertenencia, por fin este miembro del Estado Nación es legitimado como una parte y le es entregada su Hacienda, sus derechos y atribuciones les son otorgadas.
Esta es la segunda ceremonia, la formal en que se completa el pasaje, la ceremonia y el ritual.
Algunas veces creo que no somos muy distintos de aquellos pueblos tradicionales, de aquellas culturas antiguas, otras presiento una enorme distancia como la que separa a las estrellas.
Muchos de nosotros pretendemos la arrogancia de poseer la verdad bajo este manto de ignorancia bárbara y esta amnesia histórica de la construcción de nuestras significaciones.
Sea entonces Que la memoria nos redima.
4 comentarios:
Muy lúcida reflexión. Justamente hay algo de la violencia que está presente en los íconos para recordarnos la diferencia entre la horda y la cultura. Nadie relega la satisfacción de sus impulsos de buena gana y es en el tránsito por los ritos que se nos recuerda cada vez el peligro de la ruptura de lazos y a la vez el compromiso de mantenernos dentro del cauce. Dos caras de la misma moneda.
Querido amigo:
El pasaje nos define como viajeros de eternidades, eternidades que se plasman en el ahora de presentismo infinito y metacronico, que a todo lo vuelve uno. La verdad está en la fuerza de tu espíritu que se esparce en tus inapelables decires, de impronta poetico-científica, pero sobre todo, de naturaleza curativa, como la del cura ndero que comparte sus visiones redentoras con los que, a ciegas, siguen el des(a)tino que les marca el abominable reloj. El título, a mi modesto parecer, certifica lo que el estado re-conoce que vos ya posees, es decir, la veracidad; de esta manera no te otorga sino reconoce (como un recordar), a priori tu naturaleza, aquella que tan bien se esconde bajo tus anteojos.
El contacto con la profundidad del ser cura, y vos habitas “eso”, y como lo venís haciendo, incansablemente, desde tiempos pre memoriales, retomando tu tarea, traerás a quien lo necesite los secretos designios de su existencia.
hola soy estudiante de Antropología, estoy trabajando el tema de los rituales de graduación,me gustaría comp
artir mis avances.
Hola Ruben, con todo gusto. escribime a mglopata@gmail.com- Mariano
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