La noticia tal vez sea que hemos naturalizado prácticas sociales de las que participamos para definir las trayectorias individuales de nuestras vidas responsabilizándonos personalmente por el resultado bajo el imperativo del éxito, la sociedad mercantilizada funciona como una especie de "juego de la silla" en la que muchos participan pero pocos pueden sentarse, la realidad material de los recursos puestos en juego define los límites de cupo para el club de exitosos, así se naturaliza un juego donde pocos pueden ser los "exitosos emprendedores" y el resto es responsable de su propio fracaso, sin explicitar que no importa cuan bueno pueda uno ser en lo que haga, siempre habrán pocos ganadores (Lógica de la exclusión). El problema, tal vez la novedad, no tiene que ver con el sistema social que privilegia a un pequeño sector de su población sobre la gran mayoría para así monopolizar los recursos materiales, sociales y simbólicos ( cosa que bajo distintas lógicas histórico sociales parece determinarse en forma recurrente) sino pensar la ingeniería de este novedoso artificio social, donde "los amos ausentes" han abandonado sus puestos de control disciplinario y logrado que interioricemos las expectativas del sistema como anhelos personales. Cada quién desea ser individualmente exitoso a costa del resto, como si todos pudiésemos ser "exitosos", cuando en verdad el éxito del sistema consiste en posicionarse individualmente sobre todos los demás.
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