Después de cuatro días hoy puedo contar lo que me pasó el Martes pasado. El problema es que aún no me puedo acostumbrar al cañón de un arma apuntándome, después de haber atravesado tres veces en mi vida esta situación , todavía no puedo acostumbrarme a que me amenacen de muerte para llevarse mis cosas, a no saber en que triste segundo el pulso del pobre muchacho pueda fallar , o cuando su dedo indolente deje escapar una bala fatídica. Evidentemente el problema es mío, ya debería saber que estas cosas suceden, que la vida está plagada de momentos ingratos, y que al pasar los años la felicidad es una especie de tregua; Pero no, no me acostumbro, y aún peor, me he vuelto mas sensible, mas vulnerable, porque entiendo profundamente todo el sentido que entrama el valor de la vida, porque no quisiera ese final absurdo, porque aún siento ganas de vivir en paz. Se llevaron el auto, la plata, los documentos, mi alianza, el teléfono, pero no me mataron. Todo el mundo me dice que tuve suerte, cada vez que a alguien le pasa algo así y sale físicamente ileso siempre se dice que podría haber sido peor, pero ¿que podría ser peor?, eso no me arregla, eso no me arregla a mi...
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