sábado, 28 de julio de 2007

Textos Iniciales

Textos Iniciales

En estas redes virtuales, donde confluyen las miradas obtusas de nuestos ojos ciegos de tanto exceso de mundo, se torna insoportable ya la profusión de lo mismo. Como en un laberinto de espejos, engañados por el doble que nos devuelve la luz ya no sabemos cual es más real, si la imagen o el reflejo...

El irresoluble enigma de la realidad, y nosotros mismos como afirmación del misterio. Los crímenes de la estupidez, ofrendando cada dulce instante al propósito vano de un dios muerto, al estéril producto de la modernidad que ensalza la virtud ausente, la mentira paraíso, espantando la quimera de un destino al que se niega. Oh! pobres de nosotros, y nuestras clandestinas confesiones, acaso ya estemos sordos y mudos. Pero bohemios y tenebrosos, locos de horror volcamos del ánfora el veneno, el que nos prohíben los comedidos y recomiendan los demonios, expiaremos las culpas del mármol entre sollozos y gritos, convocaremos a las lánguidas formas de sus cuerpos extenuados de tanta cosa cierta, desesperados de tanto deber, entregados al tedio fatál del desamor, y entre convulsiones y espanto, tenderemos nuestro terciopelo y forzaremos al encuentro.

caparazón

Caparazón

Me he visto flotando sobre este caparazón como un barco de papel arrojado al mar, he visto como cada uno de los hombres es ese pequeño y frágil capullo cayendo desde su propio cielo (como la lluvia).

He visto como cada pequeño mundo se sumerge en el cosmos igual que un grano de arena en el inmenso desierto,

Así como los viajantes miraban al cielo para encontrar el rumbo, así miraban esos hombres las estrellas perdidos en la noche para saber quienes eran.

No puedo saber aún nada más.

He asistido mudo a todos los naufragios, a todos los acabamientos,

a todas las derrotas, a todas las batallas donde los hombres fustigan y matan a otros hombres, he leído todos los libros, he navegado todos los mares,

y no hay palabras, no las puedo encontrar.

Poesía cuántica

El arte pictórica y la luz

“La sustancia, el material del pintor no es el óleo ni la tela sino la luz…”

El pintor obra su arte desde un centro que le es ajeno, y su oficio se arraiga al sustrato mas incierto: el aire.

La transparencia que habita y media entre todas las cosas a su vez las une en un espacio insoluble que solo el ojo quiebra (mas poderoso que cualquier ingenio de la mecánica).

La palanca que mueve al entendimiento es “el símbolo” como fuerza de presencia en tanto las cosas acuden a su forma.

Veamos todo de nuevo…

¿Qué hiere al símbolo y a su forma?

La ondulación de una posibilidad, algo que pende del hilo improbable de la memoria,

Algo distinto a nosotros mismos.

Te he unido a la vastedad del infinito y en el intento de ello resultará pues la impecable tarea de llevar a cabo el desatino controlado de la propia existencia, El Ser.

Lo único que permanece es el inmenso amor y la memoria como llama viva, los recuerdos sin nombre como la patria del niño sin imágenes pero hecha alma.

Prisa

Prisa

Si entre la prisa que gobierna a los días rescato uno, uno entre todos los demás.

Pero el ansia invade cada resquicio de lo que hay, solo lo que resta y una conjunción de palabras adecuadas que pugna por servir.

Un día yo seré un nombre, perdido como todo el resto,

Perdido entre todo el desconcierto

Fusilando cada rosa,

Torturando al sol,

Arrancando la confesión del amor a las cadenas,

Conjugando días y números,

Espantando las mariposas, los colibríes y los cuervos,

Inundando una selva sórdida de vanidades, y el corazón de una esperanza que olvidaré.

Sin reparos ni respuestas no puedo hacer mas que sacudir el papel para arrancarle una palabra.

buitre

Cierre del Buitre

Ha pues de ti,

que aún siembras en la arena semillas de sal con la espuma en la boca y la mirada encendida de soles, y un puñado de hojas en blanco cayendo entre los dedos mojados por las lágrimas de tus fantasmas.

Ha pues de ti,

Que aún sueñas con pálidas risas, los goznes rechinan al viento implacable;

Perpetúa su llanto,

y la casa es aún grande para los espíritus que la habitan.

Ha pues de ti,

Cuando se abra esa puerta;

El último umbral:

habrás sufrido el martirio del profeta, habrás abjurado de tu fe de estrellas, habrás llorado mil días a tu madre difunta, te habrás desgarrado y partirá como al junco somnoliento el viento a los amantes,

partirá y uno habrá partido.

¿Quién arrojará la tierra fría al corazón?

¿Quién persistirá para hundir lo que resta de madera en la carne?

Y luego, después de todo vendrá el silencio;

Ha pues de ti: Hombre, Mujer, si en ti no habita la confianza, si no conoces un rostro que te acompañe al olvido, una mirada que no se pierda, unas palabras hechas de fuego, y que persistan el día que estalle la última flor.

viernes, 27 de julio de 2007

ana y zoe


entre tanta cosa cierta ¿que es la verdad?