En el primer episodio de esta nueva temporada de Black Mirror, la serie retorna a sus orígenes oscuros planteando distopías en un tiempo donde los avances tecnológicos no son tan observables en el mundo de la realidad física, aunque una fuga inesperada de la tecnología incipiente funciona como catalizador de los procesos subyacentes en el seno de esas sociedades, como si se arrojara un reactivo sobre el caldo humano para poder ver en profundidad que es lo que se cuece en estos preparados donde las cosas más evidentes siguen funcionando igual que antes: las camionetas siguen siendo viejos trastos de metal con motores a explosión, las escuelas siguen siendo los mismos encerratorios para niños, pero cada tanto alguna irrupción de ese futuro distópico emerge en ese paisaje conocido haciendo un guiño al universo "Black Mirror", como la idea de abejas drones reemplazando las viejas formas orgánicas cuando de pronto la narrativa se ve irrumpida por una escena en donde un accidente cerebrovascular, que hoy día costaría la vida a cualquier persona, encuentra una solución técnica y una corporación propone al esposo de la infortunada mujer hacerse cargo de una novedosa cirugía para reemplazar la parte dañada del cerebro y recargar las memorias de la víctima en una nube digital. La paciente una vez intervenida podría estar conectada a esa nube para mantener vivas sus memorias y su cuerpo, de ahora en más esta historia cobra una nueva dimensión en donde el haber sido salvada por la tecnología también es una especie de "pacto con el diablo", al costo de someterse a la voluntad de esa empresa para mantenerse con vida, y así el episodio se va adentrando en las trama de lo que podría llegar a suceder a cualquier persona usando como excusa una tecnología novedosa para plantear un futuro cercano que no va a ser tan distinto en lo cosmético como en la profundidad de sus sentidos, significaciónes y en la forma de percibir un mundo donde explicitamente la vida tendrá el mismo valor que los objetos y la mercancía, donde el poder aliado de la tecnología hará de nuestros cuerpos cyborgs el espacio de su soberanía y los nuevos feudos tecnológicos desplegarán su huestes sobre el territorio de nuestras mentes y nuestros cuerpos asediados por todos los dispositivos sociales, tecnológicos y emocionales. La ciencia ficción plantea el desafío de llevar al límite las posibilidades de la imaginación para pensar un futuro no como un arreglo a las apariencias de nuestro presente sino como una indagación en la profundidad de nuestros miedos, de nuestros deseos más oscuros y de lo que apenas podemos llegar a sospechar o imaginar. Narrar una buena historia de ciencia ficción tiene que ver con ir lo más cerca posible de ese Horizonte de eventos que no nos permite ni siquiera intuir ese futuro que a gran velocidad se aproxima y aleja a la vez como la luz en los agujeros negros que no logra escapar para advertirnos el porvenir.