Insomnio. Enfermedad de los que no pueden detenerse, igual que tiburón en la red, se mueren en la quietud del cuerpo, entregados al ardor de su propio incendio. Malditos demonios, su condena, la de no tener descanso ni olvido. Malditas palabras que asedian en la noche, cada palabra es imán de una imágen y miles de ellas se alistan en una legión espantosa de rutina cotidiana que asalta el sueño con la pesadilla de la vigilia más espantosa: la del día que pasó, que ni siquiera la noche sea reposo y sueño, la sin paz, sin descanso, sin dejarse ser el yo uno mismo de siempre.
Quiero dormir y olvidarme de mi mismo, viajar en la inocencia de desconocerme tan temprano.
Me escribo de nuevo para no repetirme otra vez. Ya se todo lo que vendrá y quiero viajar en sueños para despertar nuevo en otro que no soy. Hay !
Poeta maldito ! Maldito poeta! Cantan los pájaros del día y aún en tu cama te revuelves como alacrán que no destila su veneno.
El poeta es un labriego, ha de ser muy laborioso, y apenas esperanzado en cosechas pródigas, solo producirá lo justo (no ha de faltar ni acumulará por si acaso), él debe establecer un equilibrio entre las potencias creadoras de la tierra y el influjo vivificante del sol, él cuida de estas fuerzas primigenias, y él, todo él no es más que la sombra de un oficio que encarna en la palabra que lo nombra: Poeta.
martes, 23 de octubre de 2018
No puedo dormir
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