Esta hora en la que escribo repleto de incertidumbre, mas iluminado por algunas palabras que deciden sobrevivir al olvido, aquí voy otra vez intentando algo dichoso.
Algo que se cierre sobre sí mismo y que hable del hombre, de una perspectiva sobre lo humano.
Siempre hemos intentado la voz grandilocuente o razonable, hoy voy a intentar una voz armónica, melodiosa, ruego la inspiración por un sentido estético, y no por el placer trágico de la palabra bonita pero vacía, ni la combinatoria de sonidos adecuados, ni las magnas sentencias que resuelven alguna pretendida verdad.
Encausar la fuerza hacia un punto: he aquí el gran esfuerzo de quién construye pensamiento, encausar el sentido como quién encausa un río, un dique para la palabra y la coherencia de sentido, volver al sentido un haz coherente de palabras.
Esto es la palabra razonable: puro acuerdo, ni pretendamos que entre cosa alguna y la palabra que la nombra haya más que eso: puro acuerdo.
Dirán que la rosa es su nombre, de acuerdo, es su nombre en tanto sea esa rosa hablada, y nos encerramos en un juego de espejos al referirnos a ella hablando, no podemos dejar de hablar de ella y mientras tanto nos ausentamos de su presencia: a ver, no es que ella falte, somos nosotros, en quienes la rosa se nombra, los ausentes de su presencia en tanto la invocamos en la forma de su nombre.
Nos ausentamos del mundo al hablar de él y a la vez lo recreamos otro, asistimos ciegos, sordos y anestesiados al banquete de los sentidos recreando su presencia en un mundo que acordamos.
Apenas llevo escritos unos renglones y el sueño me vence….seguiré algún día…