No iba a durar demasiado esta vez.
Sólo un instante nos separaba, abría una tenue y delgada línea, esa frontera indefinida en la que nos sumergimos, y cruzamos sin saber cuando, al lado oscuro del que volvemos sin recuerdos, sin señales de aviso, y del que sabemos, no regresaremos algún día.
Nos internamos en la parte más profunda, luz plateada sobre el monte, luz de luna sobre el agua, ungidos en ella vimos lo que nunca, con los ojos de la vigilia en el sueño de la noche.
Era el designio de los dioses, adentrarnos en la inconmensurable densidad vegetal, y perdernos, según el capricho verde de esa naturaleza indómita.
Tras largo andar se abrió un claro ante nosotros, era de esperar que eso ocurriese, siempre sucedía de igual modo, la selva en algún momento preparaba un hueco, un espacio libre, el lugar donde luego danzarían bailarines-guerreros a la noche, donde mostraría su rostro mas oculto, caería el velo, y sería esa, ...luna llena sobre el monte.
Nos ocultamos tras los matorrales, apenas podía oírse el húmedo respirar de mi cuerpo agitado por la travesía..silencio humano, canto de selva.
Luna llena en el cenit de un cielo diáfano del trópico, plateado fulgor, caía perpendicular sobre nosotros ...era el momento.
Y le dije: -ya es tiempo
Y desaté las cuerdas que sostenían a su cuerpo inmóvil.,.y lo miré , tras su mirada vidriosa : el horror de la muerte, y pedí , y pedí sin respuesta, lo que no se pide.
Pronuncié las palabras, y canté su canción.
Y allí quedó tendido el cuerpo, librado a la tierra, en su círculo de plata, y me marché, y me marché en silencio, tal cual había llegado.
No era la primera vez que arrastraba un cuerpo dentro del monte...lo hacía cada vez que debía despertar.
No había durado demasiado, y me perdí entre brazos foliados, me perdí hasta el delirio, me dejé perder una vez mas, de eso exactamente se trataba. Hasta aquí sabía cuales eran las reglas y los pasos, en adelante, todo me sorprendería, debería resolver cada situación, como absolutamente original, mi vida iría en ello, la conciencia de ser se jugaría íntegra en este acto.
Recordé aquel juego primal, con lúdica disposición acepté el desafío, debía esconderme del personaje, y encontrar su lugar, de eso trataba , y se jugaba hasta el final.
No debía dejarme ver por quién me había arrastrado hasta el círculo, ya no le reconocía, ni él a mí, y si lo escontraba, su cuerpo se desmembraría instantáneo, el terror lo inflamaría hasta hacer arder el espacio mismo a su alrededor, sería lo terrible más aún que la simple muerte, el verdadero horror de lo propio atestiguando la mismidad del ser: mortalmente insoportable .
Y corrí, me levanté desnudo, y corrí, no había dirección, solo importaba correr, enlodé mi cuerpo a la orilla del bañado, unté mi piel en su tierra, para no-verme, para no reconocerme llegado el caso.
Y corrimos los dos, y corrimos como nunca.
Y despertó el animal, y corrí fiero tras la presa, y ahí lo vi, justo donde debía estar, en su exacto lugar.
Y rugió la furia de la bestia, temblaba el monte todo ante mi paso, y me estremecí ante su vista, justo ahí, detrás de los cañaverales , escondido la observaba, y la vi avanzar sobre aquel que yacía enlodado en el centro del claro, y la vi devorar su carne , firme sosteniendo entre sus garras el divino alimento, la vi fundirse en su cuerpo desvicerado, la vi cubrirse en piel humana , la vi erguirse en sus patas y rugir-aullar al monte la ventura de su sangre animal fundida en la humana conciencia, finalmente éramos uno-el-mismo y desperté, desperté a mi sueño animal, la fiereza de la tierra...