martes, 26 de abril de 2011

La trampa de Platón


Anticipémonos entonces al pensamiento de Platón planteándonos sus antecedentes inmediatos.
Durante el siglo de Pericles surge Sócrates sobre el final de la democracia griega y el comienzo de su decadencia, Sócrates marcará un antes y un después, en este sentido hablamos de presocráticos y a partir de él mismo, Platón como su primer interlocutor.
Anterior a Sócrates se plantea una controversia que se sostendrá durante casi toda la historia del pensamiento en occidente a saber: Parménides y el ser;  Heráclito y el devenir.
Sócrates se preguntará fundamentalmente por el ser  ¿Quién soy? Pregunta, y dice: -nadie me contesta-. El conocimiento está dentro nuestro y a través del método de la Mayéutica  hay que extraer el pensamiento que se supone que el otro ya tiene  dado en forma de conocimiento como innato.
Platón retoma este problema :“-el conocimiento viene de si-” e inventa un nuevo concepto    “La Idea”;  para resolver el dilema del conocimiento en el sentido en que es innato resuelve un mundo de ideas y esencias completas y perfectas del cual nuestro mundo, el de lo fenoménico, es un mundo imperfecto de sombras y apariencias que son copias de las esencias, y mientras más nos acerquemos a la esencia mejor será la copia., en este sentido dirá que conocemos por rememoración, que conocer es rememorar.
Aquí el conocimiento se confunde con el pensamiento; y el pensamiento se deja de lado, entonces comienza a hablarse de conocimiento ya qué el “alma platónica” conoce.
El pensamiento queda apresado en las rejas del conocimiento; en el modelo platónico es imposible el pensamiento  ya que el conocimiento es preexistente.
El logos nos apresa de ahora más en las fórmulas del conocimiento.
En este sentido si creamos, no rememoramos, por lo tanto los poetas serán peligrosos para Platón y según él sugiere en la República deberán ser expulsados.
Platón plantea una idea jerárquica del bien, ya que algunos se hallan más cerca de los modelos y otros más cerca de los simulacros, a éstos últimos también se debería expulsar de la República.
Con este modelo jerárquico platón reproduce su modelo político, el mundo de las ideas es total, en esta idea de totalidad donde todo está cerrado es necesario excluir al diferente; en este modelo de conocimiento en tanto es necesario conocer todo , conocer las causas y sus efectos es ejercer el dominio, y ejercer el dominio es gobernar.
Gobernar se gobierna en tanto se conoce la verdad, en tanto se conoce la verdad se domina, esta verdad es una verdad acerca de la esencia, y esta esencia es sólo conocida por aquellos que conocen la verdad, es decir, los filósofos. Platón plantea en este punto una República gobernada por filósofos.
Platón juega una sutil trampa, él crea un concepto, la idea en tanto tal y el bien en tanto ideal de perfección, pero esconde el mecanismo de creación de los conceptos ya que él mismo presenta los conceptos que  construye como increados, como previos a la creación de conceptos.
En este sentido Platón también recurre un mito y utiliza el discurso de lo racional para formular su principio de razón, el logos de ahora en más será palabra dotada de sentido, y este pensar racional en tanto enunciado con sentido formará un conjunto de enunciados con sentido en propiedad de los cuales se podrá predicar la verdad o falsedad de las cosas.
Platón así crea un discurso sabio, verdadero, que juzga a todos los demás discursos y prácticas, y su intento es el de construir un discurso juez que juzgue a todos los demás discursos en tanto el suyo es un discurso universal y racional basado en el logos que logrará el consentimiento de todos y hará cesar la guerra civil.
Platón  combate la democracia y propone políticamente su República ideal gobernada por filósofos quienes detentan el saber sobre la verdad y falsedad  en tanto ser y no ser de las cosas verdaderas.

Qué es la filosofía según Delleuze



Así surge la introducción a este capítulo ¿que es la filosofía?.
Arriesgaremos no muy aventuradamente la posición de Delleuze: “ La filosofía es el arte de crear conceptos”.
Ya tenemos entonces nuestro material en crudo, ahora digerir esta idea requiere su cocción.
La filosofía se desarrolla fundamentalmente entre amigos, como una confidencia y este amigo es también un personaje conceptual ya que los conceptos necesitan personajes conceptuales que contribuyan a definirlos. Ahora bien, este arte de formar, de inventar, de fabricar conceptos produce un quiebre con la idea antigua del Sabio ya qué el filósofo busca la sabiduría pero no la posee, mantiene una tensión con el saber sin retenerlo.
El filósofo es entonces amigo del concepto y en este sentido la filosofía equivale a un arte de formar, de inventarlos y de fabricarlos pues ellos mismos no son necesariamente formas inventos o productos. Ahora sí, con mayor rigor podremos definir a la filosofía como “la disciplina que consiste en crear conceptos”.
Aquí nos sugiere el autor que de lo que más debiera desconfiar el filósofo es de los conceptos mientras no los haya creado él mismo, y nos recuerda que la filosofía no es contemplación ni reflexión ni comunicación, ya que contemplar reflexionar y comunicar son acciones-maquina para construir universales en todas las disciplinas.
En este sentido “creación” es singular y el concepto como creación propiamente filosófica siempre constituye una singularidad, los universales no explican nada y tienen que a su vez ser explicados.
Cualquier construcción es una construcción sobre un plano que le da una existencia autónoma, crear conceptos exige este plano, esta planicie donde construir ya que la filosofía consiste en esta creación continuada de conceptos nuevos; deberíamos preguntarnos entonces que es un concepto en tanto que idea filosófica, ya qué la exclusividad de la creación de los conceptos garantiza una función para la filosofía pero no le concede ninguna preeminencia sobre el pesar.
Si hay tiempo y lugar para crear conceptos la operación correspondiente será la filosofía o no se diferencia de ella aunque se le diere otro nombre.

La creación de un concepto Exige un determinado plano de inmanencia,  plano sobre el cual un conjunto de componentes heterogéneos concurrirán al sitio de una totalidad antes fragmentaria que  expresará la singularidad de este nuevo concepto; el concepto expresa una cierta consistencia interna y una cierta consistencia externa.
Delleuze acusa a los filósofos de no haberse ocupado lo suficiente sobre la naturaleza del concepto como realidad filosófica, ya que han preferido considerarlo como un conocimiento o una representación dada que se explicaba por unas facultades capaces de formarlo o de utilizarlo, pero  él nos recuerda que el concepto no viene dado, es creado; es más, hay que crearlo, no está formado  y se plantea asimismo como una auto-posición.
Cuanto más creado es el concepto más se plantea asimismo ya que depende de una actividad creadora, libre, y necesariamente independiente. Lo más subjetivo será lo más objetivo.
El concepto no necesita referente, se plantea asimismo como un acto de pensamiento.
Finalmente recordaré una lúcida frase del autor que nos anticipa un momento de posibilidad creadora: “…a veces ocurre que la vejez otorga no una juventud eterna sino una libertad soberana, una necesidad  pura en la que se goza de un momento de gracia entre la vida y la muerte y en el que todas las piezas de la máquina encajan para enviar un mensaje hacia el futuro que  atraviesa las épocas…”

La idea de progreso en Claude Lévi-Strauss


Para pensar la idea de "progreso" según Levi-Strauss: es necesario tener en cuenta varias cuestiones que  despliega a lo largo del texto “Raza e historia”.
Al comienzo él incluye un concepto y una distinción entre aquello que se entiende como dos clases de historias: una progresiva, adquisitiva, que acumula los hallazgos y las inversiones para construir grandes civilizaciones y otra historia tan activa como esta anterior pero que haría intervenir otros talentos y donde faltaría el don sintético, privilegio de esta primera cultura;  debemos considerar una cuestión delicada en este punto ya que este segundo tipo de cultura se hallaría en gran desventaja respecto a la primera como cultura cuyo punto de vista se adapta al lugar de legitimación para pensar esta segunda  como menos evolucionada o arcaica.
Esta hipótesis de evolución  piensa el resto de las culturas como anteriores en un estadio evolutivo correspondiente a una supuesta escala  histórica  propia, aniquilando las diferencias y homologándolas para así jerarquizar sociedades contemporáneas  respecto de otras alejadas en el espacio y legitimar sistemas políticos coercitivos y despóticos.
Es riesgoso deconstruir en este punto la idea de progreso ya que nos vemos inmediatamente tentados a pensar en el supuesto “progreso” realizado por la humanidad desde sus orígenes como tan manifiestos y deslumbrantes, suponemos un camino en común desde el Neanderthal al individuo de la posmodernidad  habiendo atravesado por un corredor estrecho,  persiguiendo una misma idea  y creyendo habernos superado constantemente en pos de esta beatífica meta que suponemos hemos de alcanzar algún día.
Justamente la paradoja de la idea del progreso es que esa meta  es como un horizonte  al que nunca se llega, un ideal de superación inalcanzable de hecho.
En este punto el desarrollo de las ciencias y en particular la historia proponen un modelo espacial donde hemos de situar las civilizaciones en un contexto temporal que se proponen imaginar cómo escalonadas en el tiempo, y esto como bien dice nuestro autor significa en principio que “el progreso no es ni necesario ni continuo y procede de a saltos”.

Estos saltos no supondrían en una linealidad donde hubiera que llegar lo más lejos posible en una misma dirección, sino que van acompañados de cambios de dirección, y aquí la idea de mutación.
El azar y la contingencia interviniendo como factores decisivos en esta construcción de la historia, aquí en este punto es donde se introduce la idea de caos, de azar, misma idea que sostiene no casualmente los preceptos de  de la biología evolucionista.
Permítaseme pues una reflexión al respecto, estas dos potencias se entrecruzan en la historia del pensamiento : el azar versus la determinación, o habría bien  un determinismo inequívoco de las cosas que las empuja hacia una meta inexorable y precisada como quien supone en el carbón el proceso final llegando al diamante o habría si no entonces el caos del universo interviniendo azarosamente entre las cosas, modificando a las mismas a cada instante determinando su indeterminada resultante en cada momento.
Este es un dilema gnoseológico, epistemológico y si se quiere también político ya que implica la idea del libre albedrío versus la determinación: idea cara al cristianismo, a la antigüedad grecorromana toda, a la noción moderna del progreso y a cualquier idea  totalitaria de orden.
Aquella otra; la idea del caos, de la contingencia nos considera en cierto sentido como sujetos indeterminados, aquí nuestro autor incluye una distinción interesante al respecto, el nos hablará de diversidad y oposición entre culturas, nos dirá pues que todo progreso cultural es función de una coalición entre culturas, y que esta coalición consiste en hacer comunes probabilidades que cada cultura encuentra en su desenvolvimiento histórico.
Nos dirá también que el progreso técnico ha tenido por correlato histórico el desenvolvimiento de la explotación del hombre por el hombre y no es difícil corroborar esta idea hoy en donde tres cuartas partes de la población mundial se halla por debajo de la línea de pobreza.  Quiero Rescatar una reflexión final de Levi-Strauss: “ el deber sagrado del humanidad es conservar igualmente presentes en el espíritu los dos términos y jamás perder de vista el uno en beneficio exclusivo del otro; guardarse de un particularismo ciego que tendría reserva del privilegio de la humanidad a una raza, una cultura o una sociedad y tampoco olvidar nunca que ninguna fracción del humanidad dispone de fórmulas aplicables al conjunto y que una humanidad confundida en un género de vida único es inconcebible porque se trataría de una humanidad osificada.

jueves, 14 de abril de 2011

Accidente


Ayer fui a cenar afuera, al marcharme encuentro en la esquina la escena de un accidente: autos parados, un motociclista en el piso. Detuve el auto e intenté ayudar.
Lo mas curioso sucedió después al recordar todo. El motociclista era un trabajador del restaurante donde cené, haciendo reparto de comida. Estaba  tendido en el suelo y gimiendo de dolor. En eso llega un compañero corriendo y mientras otro lo asiste este saca de la cajuela de la moto la comida caliente,  rápidamente la coloca en otra moto que llegaba en ese instante para que la comida fuera despachada en término...
Mientras uno de los empleados asistía al  compañero accidentado, el otro se ocupaba de que se cumpliera con las pautas de responsabilidad que exige el protocolo de buen servicio que toda empresa que se considere "responsable" debe cumplir. Cuidaba  de la expectativa que en él habrían generado las demandas de esta cadena de restaurantes, algo así como una "ética del deber corporativo".
Recordé estas imágenes heroicas de las batallas donde alguno de los combatientes recupera el estandarte de las manos sanagrantes de su compañero caído, para seguir corriendo hacia el frente con la insignia nacional: ( horror).
La puerilidad, casi obscena de esta escena, donde el valor del compañero caído era equivalente al de la mercancía que transportaba, me recordó el horror de aquella otra donde miles se mataban peleando por alguna porción mas grande de algo que solo imaginaban en los mas absurdos sueños y pesadillas algunas bestias sin corazón y sedientas por la codicia...